Seguro que mis pobres vecinos pensaron que algún ladrón había entrado en mi casa el sábado por la noche cuando oyeron los dulces apelativos que le lancé al árbitro y al cuentista de Casillas. No sé por qué tengo la manía de gritarle a la tele, sabiendo que no me van a escuchar desde el otro lado. Al menos no soy como aquel abuelo que respondía “Buenas tardes, hombre” cuando el presentador del telediario empezaba el informativo con las mismas palabras.
El sábado vimos un partido bronco, de esos que exaltan los ánimos de cualquier aficionado del equipo que pierde. El árbitro estuvo desacertado desde un comienzo y tuvimos la mala suerte de que el Athletic sufriera más fallos de los que sufrió el Madrid. Si hubiera ocurrido lo mismo ante un equipo con menos pegada, seguro que no nos dan el repaso del que fuimos víctimas, así que algún mérito tendrá el equipo de la capital.
Por otro lado, no hace falta mucho para afirmar que a Yeste se le fue un poco la cabeza, y no es la primera vez. Es un poco vergonzoso que el capitán del equipo, que se supone debe ser el más cabal de todos, entre en este tipo de juegos. Y no es la primera vez que repito que no es la primera vez.
Bueno, ahora mejor nos dedicamos a otra cosa, que lo peor ya ha pasado. O eso espero. El próximo sábado nos enfrentamos al Villareal. Espero que no entremos en el mismo juego que el sábado anterior, porque este equipo tiene gente que sabe desenvolverse perfectamente en estas lides. Yo, seguro que desde donde esté le volveré a gritar a la tele aquello de ¡Aupa Athletic!
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