Hace un tiempo hablé de la necesidad de un fondo de armario para cada equipo que considere que puede jugar en más de una competición. El domingo volvimos a tener una clarísima muestra de este ejemplo. Y lo peor no es tener poca ropa que ponerse, lo peor, con diferencia, es que la poquita que tienes para ponerte se queme irremisiblemente en un incendio.
El domingo Caparrós tuvo que plantear el partido contra el Getafe convocando a todo lo disponible. Hasta ocho bajas en el primer equipo limitaban el banquillo a sólo un centrocampista y un delantero, ambos recién salidos del dique seco. De ellas, supuestos titulares eran hasta cinco. Vamos, que se puede considerar que era el momento de quejarse.
Aún así se salió con la intención de rascar algo en un campo que no es el favorito para el equipo. No en vano, el Athletic Club no ha ganado ninguno de los partidos que ha jugado en Getafe. Caparrós presentó lo mejor de lo que disponía. Un equipo fuerte en el centro de campo, con mordiente en el ataque y estable en defensa... hasta que todo se torció.
Al filo del descanso de una primera parte en la que el equilibrio tanto en juego comoen ocasiones fue la nota dominante nos quedamos sin uno de los baluartes defensivos más importantes: Gurpegui, merced a una merecidísima segunda tarjeta amarilla. Seguro que el jugador le ha dado más de un par de vueltas al asunto.
La segunda parte fue un auténtico baño por parte del Getafe. Fallos defensivos encadenados supusieron: el primer gol de Soldado, una falta al borde del área que acabó en penalti por manos de Castillo, segundo gol y, por último, otra falta de Ustaritz como último jugador calcada a la de Valladolid, es decir, otra expulsión. Además, Llorente salió magullado, por tanto, el Athletic acabó con 9 (jugadores) pero sin 9.
En definitiva, el domingo poco claro se podía sacar, para que quejarse. Mañana toca el primer partido de la copa... más ilusión y, sobre todo, más voces al grito de ¡Aupa Athletic!
martes, 27 de octubre de 2009
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