Ayer fue el partido de ida de cuartos de final de la Copa del Rey. En San Mamés. Ya se sabe, con la euforia desatada en Bilbao y una previa entre comentarios de que hay que sentenciar el partido y tengo marcado el 13 de mayo en el calendario.
Uno de los temores que hay cuando estás volando es el batacazo que te puedes meter si te caes de las alturas. Menos mal que lo que vimos ayer fue algo así como un aterrizaje de emergencia sin heridos. El resultado 0-0, pudo ser peor, aunque hubo alguna opción de ganar el partido.
La primera parte desangelada, dominaba el Sporting sin ningún pudor. De todas formas, la poca pegada que tuvo fue resuelta por Iráizoz o la defensa con mucho oficio. Sólo se aceleró algo nuestro pulso cuando Iráizoz despejó a corner un buen disparo desde fuera del área y cuando el árbitro pitó un discutido penalti que disparó fuera Llorente (¡Anda, si es humano!).
La segunda parte, más de lo mismo, dominio del Sporting. Parpadear y el Sporting otra vez al borde del área. Sin embargo, el máximo peligro lo tuvo en una falta directa lanzada por Barral que Iráizoz, otra vez, supo despejar a corner. La entrada de David López hizo que el peligro a balón parado aumentara considerablemente. Llorente lo remató todo, sin fortuna.
Seguro que escuchamos al abuelo decir que así son los partidos de Copa, mucha tensión, juego directo y pocos goles. Aún así, esperábamos algo más del Athletic en La Catedral. Ahora se lo tendrá que jugar todo a una carta en el Molinón. Menos mal que al menos hemos puesto los pies en el suelo.
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