miércoles, 14 de octubre de 2009

Paréntesis

Existen momentos en la vida en los que se producen cambios más allá de lo que podemos prever o siquiera imaginar. En esos momentos, las prioridades cambian, ya no importa nada. Lo principal es seguir adelante día a día con un sólo objetivo a la vista, salir del trance lo más indemne posible.

En estos meses desde la última entrada se han sucedido una serie de hechos que están totalmente fuera del ámbito de este blog. Mi cabeza ha estado completamente volcada en ellos y lo último que he pensado hacer y, tal vez, lo último que me ha apetecido hacer, es ponerme a escribir sobre trivialidades como el fútbol o el vino.

El 26 de junio nació nuestro hijo. Esperado, deseado, como ya se podía intuir por mi forma de hablar de él en entradas anteriores. Nació precioso, sano, una auténtica maravilla para unos padres primerizos.

El 30 de junio, todavía en el hóspital, sobrevino la tragedia que no se nos olvidará nunca en nuestra vida. El niño sufrió una parada cardio-respiratoria, de las que llaman muerte súbita del lactante. Lo reanimaron e inmediatamente ingresó en la UCI de neonatología.

Después nos han tocado tres meses de lucha, de esperanzas creadas, rotas y vueltas a recomponer. Tres meses de buenas caras involuntarias, ánimos que no nos creíamos demasiado. La evolución del niño, prácticamente nula. Infecciones hospitalarias, paso adelante, dos pasos atrás.

Todo terminó el 20 de septiembre. Guillermo se cansó de luchar y nos dejó. Un hueco en el alma del que todavía es muy pronto para hablar de recuperación.

Han pasado ya tres semanas y media. He vuelto a trabajar, que hay que ir poniendo la primera marcha para arrancar en la vida.

Otro paso es retomar las crónicas que tanto me divierten en este blog. Es posible que empiece a hablar algo más de vino que durante el embarazo. De todas formas, con la cantidad de partidos del Athletic que nos esperan, me parece que voy a tener mucho trabajo en rojo y blanco.

Cierro paréntesis.

1 comentario:

Adictos a la Lujuria dijo...

Ostias, joder que injusta que es la vida.

Un abrazo y ánimos